Los escolares asturianos con mejores hábitos alimenticios son también los que practican más actividad física

Solo la mitad de los escolares de Asturias de entre 8 y 11 años sigue una alimentación ajustada al modelo de dieta mediterránea y tres de cada diez presentan obesidad o sobrepeso. Además, aquellos estudiantes con una mayor adherencia a la dieta mediterránea son también los que realizan más actividad física extraescolar. Estas son algunas de las conclusiones principales a las que han llegado los grupos de Intervenciones Traslacionales para la Salud (perteneciente al ISPA y la Universidad de Oviedo) y Epidemiología Ambiental y Molecular del Cáncer (del ISPA, IUOPA y Universidad de Oviedo) en un estudio publicado recientemente en la revista Nutrients.

Los resultados del estudio evidencian la alta prevalencia de la obesidad infantil en nuestra comunidad autónoma y la necesidad de mejorar la adherencia a la dieta mediterránea de la infancia en Asturias, especialmente teniendo en cuenta su relación con otros factores saludables como la actividad física.

El objetivo original del trabajo era analizar el grado de adherencia al modelo de alimentación mediterránea que presentan los escolares asturianos, así como su relación con otras variables de estilo de vida, como la actividad física, las horas de sueño y la asistencia al comedor escolar; así como el índice de masa corporal, y otros factores sociodemográficos, como la formación académica de los familiares encargados de su cuidado.

Con este propósito, los grupos llevaron a cabo un estudio transversal, en el que participaron 309 escolares de 8 a 11 años pertenecientes a centros educativos del occidente, centro y oriente de Asturias, de zonas tanto rurales como urbanas. Los resultados revelaron que solo el 54% de los niños y niñas que han participado en el estudio presentan una adherencia óptima al modelo de dieta mediterránea, al mismo tiempo que se observa una asociación positiva entre el nivel de seguimiento a la dieta mediterránea y el número de horas de actividad física extraescolar. Es decir, a mayor nivel de adherencia a la dieta mediterránea, mayor frecuencia de realización de actividad física extraescolar, lo que pone de manifiesto que los hábitos saludables suelen ir de la mano y se potencian mutuamente. Curiosamente, en este estudio no se ha encontrado ninguna vinculación entre el nivel de adherencia y la prevalencia del sobrepeso u obesidad, que afectaba al 30% de la muestra.

La investigación valoró también el consumo de algunos grupos de alimentos en concreto. Se observó, por una parte, que aquellos escolares con una mayor frecuencia de actividad física extraescolar mostraban un mayor consumo de algunos de ellos, como fruta o cereales. Además, la asistencia al comedor escolar se asoció con un mayor consumo de fruta y de pescado.

La catedrática de la Universidad de Oviedo Adonina Tardón, una de las autoras del estudio, recuerda que la dieta mediterránea constituye un modelo tradicional de alimentación basado en un elevado consumo de alimentos de origen vegetal como frutas, verduras, legumbres, cereales y frutos secos, un consumo moderado de pescado y productos lácteos, un consumo limitado de carne roja, así como en el uso de aceite de oliva como principal fuente de grasas, evitando los alimentos ultra procesados ricos en azúcares y grasas saturadas. “Este patrón dietético se caracteriza por ser uno de los que mayor evidencia científica presentan en cuanto a sus efectos beneficiosos para la salud. Una alta adherencia a la dieta mediterránea se asocia con una reducción del riesgo de enfermedades como la diabetes, sobrepeso y obesidad, enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas o cáncer, entre otras”, comenta la investigadora.

A pesar de sus reconocidos beneficios, en los últimos años la adherencia a este modelo de alimentación se ha reducido en la infancia y adolescencia y ha sido desplazado por otros modelos dietéticos menos saludables caracterizados por un alto consumo de carne roja, así como de alimentos con baja densidad nutricional o ricos en azúcares añadidos. “Este cambio en los hábitos dietéticos es especialmente relevante teniendo en cuenta que la infancia es una etapa clave en la adquisición de hábitos de vida saludables, que perdurarán durante la edad adulta”, destaca el profesor de la Universidad de Oviedo Eduardo Iglesias, también autor del trabajo.

(Información elaborada por la Oficina de Comunicación de la Universidad de Oviedo)

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Los investigadores Benjamín Fernández, Adonina Tardón, Rocío Fernández y Eduardo Iglesias