La invención de la micropipeta

La micropipeta es uno de los instrumentos más utilizados en aplicaciones biológicas y médicas y, sin duda, uno de los símbolos indiscutibles de la investigación y del trabajo en el laboratorio. Su función es medir, absorber y transferir volúmenes pequeños de forma rápida, segura y efectiva. Diariamente, miles de personas la utilizan simultáneamente alrededor del mundo. Pero ¿qué sabemos de su descubrimiento?

En 1956, Heinrich Schnitger, médico en el Instituto de Bioquímica de la Universidad de Marburgo (Alemania), se dio cuenta de la incomodidad que suponía pipetear pequeños volúmenes en el laboratorio. En aquella época era habitual utilizar capilares de vidrio e, incluso, succionar con la boca. Sin embargo, un pipeteado preciso requería cierta destreza y dependía del usuario y de la estructura de la pipeta. Las roturas, la imprecisión y el peligro de aspiración junto con la falta de esterilidad y de limpieza suponían un problema. 

Heinrich se planteó entonces buscar una solución y, para ello, diseñó una jeringuilla de cristal equipada con un pistón accionado por resortes y un tope regulable para establecer el volumen de fluido. La aguja de la jeringuilla la sustituyó por una punta de plástico extraíble que fabricó a partir de tuberías de ese material. Un amortiguador de aire separaba el fluido del pistón de la jeringuilla, con lo que el fluido quedaba confinado en la punta de plástico. Para pipetear otra solución, sólo había que sustituir la punta por otra, con lo que se evitaba el lavado y las contaminaciones. En los meses siguientes, Schnitger desarrolló el dispositivo experimental con algunas modificaciones para garantizar el movimiento hermético del pistón y añadiendo un segundo resorte para expulsar el fluido residual de la punta, convirtiéndolo así en un prototipo de micropipeta. Este nuevo diseño permitía el manejo de microlitros fácilmente y con la exactitud que se precisa en las ciencias biomédicas. 

En 1957 Heinrich solicitó la patente y fue concedida en exclusiva a la empresa Eppendorf (Hamburgo) en 1961, que modificó el diseño original con la finalidad de poder fabricarla a gran escala. Una de las mejoras a destacar fue la sustitución de la punta de plástico que se utilizaba inicialmente, fabricada de teflón, por la punta de polipropileno (PEP) traslúcido diseñada también por Eppendorf. Esta última era barata, desechable y se codificaba por colores en función del rango de volumen, por lo que pronto se convirtió en la punta estándar.

A finales de los años sesenta la micropipeta ya se utilizaba ampliamente en Europa pero tardó más en convertirse en un equipo aceptado en Estados Unidos. Eppendorf no logró conquistar el mercado americano, y fue finalmente Gilson Inc. quien se dio cuenta de su enorme potencial y la comercializó allí.  A partir de ese momento, y debido a problemas con la protección de las patentes, otras empresas comenzaron a comercializar micropipetas. En consecuencia, los costes se redujeron y las micropipetas fabricadas en masa se convirtieron en un equipo utilizado de manera habitual en los laboratorios de todo el mundo.

Biografía

Heinrich Schnitger nació en 1925 en Lemgo, Westfalia, Alemania. Después de luchar en la Segunda Guerra Mundial, decidió estudiar medicina. Heinrich siempre tuvo una clara vocación para el desarrollo e invención de nuevos artilugios relacionados con la biomedicina. Así, obtuvo el doctorado con una tesis sobre el desarrollo de un dispositivo para la determinación automática de los tiempos de coagulación de la sangre. La empresa de suministros hospitalarios Becton Dickinson adquirió los derechos y comercializó una versión modificada de este dispositivo. Schnitger murió en 1964, antes de la difusión mundial de su principal invención, debido a un accidente mientras nadaba en un lago de montaña en la Alta Baviera.

Silvia Pérez López

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